Neoplatonismo


Entre Platón y Plotino han trascurrido seis siglos. Hasta el siglo XIX, momento en que se acentúa la diferencia entre ambos y las particularidades de cada uno, Platón y Plotino eran considerados idénticos. La tendencia en el presente siglo es suprimir la distancia o abismo entre Platón y Plotino y mostrar cómo el neoplatonismo se remonta a la Antigua Academia sea directamente, sea a través de la nueva versión de Platón que se produce en el Platonismo Medio.

El Platonismo Medio se desarrolló desde la segunda mitad del siglo I a.C. hasta principios del III d.C. Lo que caracteriza al conjunto de estos pensadores es el intento de recuperar la dimensión suprasensible como fundamento explicativo de lo sensible. En los diversos autores vemos aparecer, con variantes entre ellos, algunos puntos comunes de preocupación.

1. La postulación de un primer principio de la realidad (Dios o inteligencia transcendente).

2. Esbozos de una teología negativa como modo de referirse a ese principio.

3. La afirmación de la inteligencia suprema como el “lugar” de las ideas platónicas.

4. La inclusión, entre el primer principio y nuestro mundo, de una jerarquía de potencias espirituales.

5. El planteo del problema de la materia y el mal, con tendencia, en muchos autores, a soluciones de tipo dualista.

6. La prédica de la necesidad del retorno al principio, que sólo puede alcanzarse a través de intermediarios.

Debemos recordar que desde el siglo I a.C.se produce un creciente predominio de las preocupaciones religiosas, en primer lugar en Alejandría, centro de intercambio comercial, cultural y espiritual entre Oriente y Occidente. Judeoalejandrinos, cristianos, neopitagóricos, algunas herejías cristianas, resurgimiento de religiones de misterios autóctonas, como el orfismo y procedentes del extranjero, como el culto de Isis y Osiris, el de Mitra, la astrología caldea, la gnosis y el hermetismo.

En todos estos sistemas especulativos de la época hallamos una idea central: la cadena del ser, reproducida por la cadena del pensamiento. Así puede haber un sistema de pensamiento porque el propio ser constituye un sistema. El orden de la demostración es tal como el orden del ser: lo primero en teoría es lo primero en la realidad. El sistema de la realidad forma una jerarquía definida por la mayor y menor perfección, divinidad y bondad de los eslabones que la integran. Por eso esa jerarquía no es estática sino dinámica: hay un movimiento del ser que es doble; de descenso “creativo”, y de ascenso “decreativo”.

Más allá de los riesgos que supone toda periodización, de un modo general, podríamos reconocer en la historia del neoplatonismo tres fases o tres momentos. La primera fase es la alejandrino-romana, de tendencia marcadamente especulativa y metafísica, que se ubica en el siglo III d. C. y cuyas figuras descollantes son Plotino y Porfirio. La segunda fase, de tendencia más bien teúrgica, corresponde al siglo IV y se escinde en dos escuelas: la de Siria, a la que perteneció Dexipo y cuya principal figura es Jámblico, y la de Pérgamo que, fundada por Edesio, discípulo de Jámblico, contó entre sus miembros el emperador Juliano el Apostata y a Salustio. La tercera fase, de tendencia teúrgica, pero también marcadamente erudita, es la que está representada por la Escuela de Atenas en el siglo V y cerrada en el año 529 por el edicto de Justiniano, y por la “escuela” de Alejandría en el siglo VI hasta comienzos del VII. La figura más destacada de la Escuela de Atenas es Proclo, otros representantes son Plutarco, Siriano, Marino, Isidoro, Zenodoto y, tal vez Damascio, a más de Simplicio.

Extracto de "Plotino y el neoplatonismo" de María Isabel Santa Cruz. Hª de la Filosofía Antigua. Editorial Trota 2004.


Neoplatonismo es el nombre que se le da a una tradición filosófica que hunde sus raíces en la Antigüedad clásica y, contra lo que pudiese sugerir el nombre, solo parcialmente en el pensamiento de Platón. Su influencia fue muy importante en el desarrollo de la ciencia moderna y en el de conceptos que aún persiguen a los científicos.

Entre los siglos III y V de la era común, Plotino, Porfirio y Jámblico desarrollaron un sistema de ideas que se basaba en algunas de Platón pero, a la vez, modificándolas sustancialmente. Los neoplatónicos creían que el Universo era uno; que dependía de una fuente suprema, que recibía distintos nombres (la Única, la Mente Divina, el Logos, el Demiurgo o el Alma del Mundo son algunos de ellos) de la que emanaban todas las demás inteligencias y niveles de realidad, incluyendo el habitado por los humanos.

En lo que respecta al conocimiento del mundo natural los neoplatónicos tenían, a efectos prácticos, una única fuente, a saber, el Timeo de Platón. En este diálogo Platón esquematiza una cosmogonía mitológica en la que el Demiurgo, el espíritu creador, usa los cinco sólidos perfectos de las matemáticas (tetraedro, cubo, octaedro, dodecaedro e icosaedro) como plantillas con las que crear los cielos. Las armonías musicales seguían las pautas marcadas por estos sólidos y la luz era una emanación del Demiurgo y el medio por el que los humanos adquirirían el conocimiento.

Extracto de César Tomé López




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