Pensamiento Tradicionalista


Lo esencial de los autores perennialistas es la recuperación, revisión, exposición, desarrollo y total afinidad con las doctrinas metafísicas tradicionales. Nos encontramos ante unos hombres y mujeres contemporáneos que por afinidad electiva, participan ideológicamente en una visión del universo muy cercana a la de Platón, Plotino, Dante, o el sabio hindú, portavoz del ‘no dualismo’ Shankara (788-820 d. JC), es decir, comparten con ellos el conocimiento y la aceptación de la Sophia Perennis.

La Escuela Tradicional, está formada por unos hombres y mujeres cuyo rasgo distintivo es el de estar interesados por la espiritualidad esotérica, esta posición no dogmática genera posturas e inquietudes muy diferentes aún teniendo la base común de la Sophia Perennis. Entre los tradicionalistas podemos encontramos cristianos, masones, budistas, musulmanes, etc. y aunque comparten ideas y premisas importantes: La doctrina metafísica, el compromiso espiritual, el rechazo por el mundo moderno, como más características, podemos imaginar que esta diversidad de puntos de vista espirituales favorece un grupo poco homogéneo, o mejor dicho, en realidad no se puede hablar de un único grupo, sino de múltiples ramas de un mismo árbol.

Para Seyyed Hossein Nasr y los tradicionalistas, significa exactamente: la comunicación de verdades y principios metafísicos revelados a la humanidad o, más bien, a un sector cósmico de la humanidad, a través de mensajeros, profetas, etc, y todas las ramificaciones y aplicaciones de estos principios en los más diferentes campos de la civilización, tales como leyes, estructura social, y por supuesto el arte y el simbolismo y, en primer lugar, el conocimiento supremo, es decir, los Principios metafísicos y los métodos para poder hacer operativo este conocimiento. Como se observará estamos definiendo una sociedad teocrática, que es lo que es una sociedad tradicional, la cual ordena todas las actividades humanas según parámetros espirituales.

Según Schuon, la dimensión estética forma parte del esoterismo, el cual ha de poder colmar todas las facetas humanas, así pues, son características de éste las siguientes dimensiones:

1. Intelectual, manifestada por la doctrina metafísica. Se dirige a la inteligencia y dará cuenta de verdades tales como: discernimiento entre lo Real y lo ilusorio, grados de Realidad divina, relación entre Realidad y relatividad, progresivo alejamiento de la manifestación del Principio y aparición del mal, etc.

2. Volitiva o técnica, que engloba los medios directos e indirectos de la vía. Se dirige a la voluntad humana y se refiere al método para poder llevar a cabo la realización espiritual.

3. Adecuación moral, que concierne a las virtudes intrínsecas y extrínsecas. Se dirige al alma humana. La realización de las virtudes –o mejor, la abstención de los vicios- no es concebida como convención social o moralismo, sino como la adecuación del alma humana a las Cualidades divinas.

4. Adecuación formal o estética, de la que derivan el simbolismo y el arte, se trata de la conformidad de las formas que nos rodean a la verdad y la belleza. Esta adecuación satisface tanto a la sensibilidad como a la inteligencia.

Las tres ideas rectoras que ordenan el universo de la estética tradicionalista son, a nuestro entender, las siguientes: Forma, Belleza y Símbolo.

Forma e Intelecto: El papel notable que juega entre los perennialistas los aspectos formales, desde el arte sagrado hasta la indumentaria o la decoración del hogar, descansa sobre: el papel configurador que se atribuye a la forma y la relación que la Forma guarda con el Intelecto.

El Intelecto transcendente es el Principio intelectual superior y pertenece a la manifestación supra-formal. El Intelecto está por encima de la individualidad humana y de todo estado particular, si bien cada ser humano posee este conocimiento superior de manera inmanente y virtual, es una facultad de conocimiento supra-racional y supra-individual, un rayo que procede directamente del Ser. Conviene distinguirlo de la razón, y la consciencia individualizada, siendo éstas facultades pertenecientes a la manifestación formal y al ámbito humano. El Intelecto es el que hace posible el conocimiento metafísico, conocimiento no humano por definición. Transmite la luz del conocimiento transcendente de manera directa, por lo que Aristóteles dice: “El Intelecto es siempre conforme a la Verdad”, “nada es más verdadero que el Intelecto” y, recordemos que la Verdad se identifica con el Principio, el Ser, pues fuera de Éste nada posee un fundamento propio. El Intelecto es el “lugar” en el cual el ser humano tiene una zona común con el Principio, participando en Él. Es el Principio en el ser humano, es la comunicación de Él mismo a Sí mismo dentro de otro diferente a Él.

Belleza e interioridad atañen a las apariencias físicas, mientras que en el orden Principal corresponden a las cualidades intrínsecas de la Esencia. En la estética perennialista la belleza es un valor objetivo. Aquí también nuestros autores comparten el pensamiento tradicional recogido por Platón, quien llegó a escribir, “No tengo interés por lo que parece bello a la gente, sino por lo que lo es”.

Arquetipo, símbolo e inmanencia. Es importante señalar que el concepto de Arquetipo entre los tradicionalistas es equivalente a las Ideas platónicas, y que por ello está totalmente alejado de cualquier connotación junguiana. La noción de arquetipo de Jung, que no sale del ámbito psíquico, como la misma expresión “inconsciente colectivo” lo evidencia, es diametralmente opuesta a la de los perennialistas, y la Sophia Perennis en general, que consideran que el Arquetipo nada tiene de “inconsciente”, ni psíquico, todo lo contrario, nada hay de más “supraconsciente”, pues los Arquetipos provienen de determinaciones del Espíritu puro. Para los perennialistas, es arquetípico aquello que revela de la manera más directa posible, en nuestro mundo limitado, la Idea divina.

Extracto de "Introducción la pensamiento estético tradicionalista" de Sara Boix Llaveria

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