“El ennegrecimiento, la nigredo es el estado inicial,
ya sea como cualidad de la prima materia,
existente antes del caos o de la massa confusa, o
bien causado por la división (solutio, separatio,
divisio, putrefactio). Si, como se suponía en
ocasiones, se postula el estado de división, se llega
a la unión de los contrarios expresada por el símil
de la unión de lo masculino y de lo femenino (el
llamado coniungium, matrimonium, coniunctio,
coïtus), y entonces se produce la muerte del
producto de la unión (mortificatio, calcinatio,
putrefactio), con el correspondiente
ennegrecimiento. En virtud del lavaje (ablutio,
baptista), se puede pasar de la nigredo
directamente al emblanquecimiento, o bien el alma
(anima), que ha huido del cuerpo muerto, vuelve a
unirse a éste para vivificarlo, o bien los muchos
colores (omnes colores, cauda pavones) conducen
a un único color, el blanco, que los contiene a
todos. Con esto, se llega a la primera meta capital
del proceso a la albedo, tinctura alba, terra alba
foliata, lapis albus, etc… estadio que muchos
autores describen en términos tan laudatorios,
como si se hubiera alcanzado la meta última. Pero
todavía falta elevar ese estado argénteo o lunar a
estado solar. La albedo es en cierto modo el alba,
pero sólo la rubedo representa la salida del sol. El
paso a la rubedo es la citrinitas (amarilleamiento),
que, como ya dijimos, con el tiempo quedó
abandonada. De manera que aumentando el fuego
al máximo, la rubedo sale directamente de la
albedo. El color blanco y el color rojo son el rey y la
reina, que pueden celebrar aun en esta fase sus
nuptiae chymicae” (Jung 1999, 55).
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