“Todo lo que es profundo ama la máscara, las cosas más profundas de
todas siente incluso odio por la imagen
y el símbolo”. El pudor con que un dios camina –precisa Nietzsche de forma paradigmática-
debería ser sobretodo el del disfraz, mediante la oposición, la antítesis, esto
es, el decir lo contrario de lo que se piensa y que no quiere revelar.
Con la introducción de la máscara de Diótima, bajo la cual se oculta la
máscara de Sócrates, Patón intenta infundir en el discurso un clima altamente
religioso, escenificando un auténtico ceremonial de “iniciación” a los
misterios, en los distintos estadios, muy diferentes entre sí, a saber, el preliminar de purificación, el inicial (pequeños misterios) y el supremo
y conclusivo (grandes misterios).
A partir de la “purificación” mediante la liberación de las ideas falaces
que confundían a Eros con la belleza suprema, y de la constatación de que Eros
puede ser deseo de lo bello sólo si se carece de ello. Diótima hace emerger una
verdad nueva y desconcertante: Eros no es
ni bello ni tampoco bueno, porque siempre va en busca de lo bello y de lo
bueno, pero por ello no es feo y malo.
Eros es “intermedio” entre lo feo y
lo bello, entre lo malo y lo bueno, y por ello siempre está en busca de lo
bello y lo bueno.
Pero Eros es aún más: además de
“intermedio”, es también mediador. Es fuerza propulsora que vincula los
opuestos y conduce siempre más cerca del término positivo. Éste es el
concepto que encamina hacia la revelación de su naturaleza.
Eros es una gran demonio, en efecto, todo lo demónico está entre lo mortal
y lo inmortal.
[…] Al estar en medio de los dioses y los hombres, cumple una función
integradora, de modo que el todo queda unido consigo mismo.
[…] La divinidad no se mezcla con el hombre, pero por obra de este demonio los
dioses mantienen toda relación y todo diálogo con los hombres, tanto cuando
están despiertos como cuando duermen.
El que es sabio en estas materias es un hombre demónico, mientras que quien
lo es en otros terrenos, en otras artes u oficios, es un hombre corriente.
Eros, demonio mediador. Giovanni Reale. Herder Editorial. Barcelona 2004
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