Las llamadas comunidades arcaicas convivían bajo una concepción animista del mundo que habitaban. Creían en una trascendencia en la que los ancestros y el chamán tenían un papel fundamental. El chamán era el mago, el médico, el psicopompo y guía espiritual. De su universo simbólico podemos destacar la iniciación que le capacitaba para ejercer su función y el tótem como símbolo del viaje chamánico a través del Cielo, Tierra e Infierno.
Pasados los milenios podemos constatar que este arcaico simbolismo del chamán se ha globalizado y ha permanecido presente hasta nuestros días. Sin duda con el devenir del tiempo y las aculturaciones el simbolismo se ha enriquecido, pero en ningún caso ha cambiado su sentido sagrado. Con la llegada del Neolítico el misterio del “nacimiento-muerte-renacimiento” encuentra su expresión en los ciclos naturales de la agricultura que serán la base en la que se inspirarán los misterios antiguos, como los de Eleusis que según J. Campbell instruyen sobre “la muerte de la naturaleza animal del hombre y la resurrección de su naturaleza espiritual”. Los nuevos dioses sustituyen al antiguo fuego chamánico y ellos serán los nuevos psicopompos que viajaran del Olimpo al Hades y tendrán potestad sobre el destino de los humanos. Por su parte, el tótem chamánico ha sido renombrado como el lingam de Shiva o el “Axis Mundi”.
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