Diálogos


¿Quién eres? -Yo soy aquel al que llamas Dios. ¿Habitas en mi mente? -En la tuya y en la de todos los seres humanos? ¿Y todos pueden escucharte? -No, de la misma manera que un sordo no puede escuchar al que habla, sólo pueden escucharme aquellos a los que ofrezco el don del oído. ¿Y todos pueden entender tu lenguaje? – Cada uno lo entiende a su manera, en función de aquello que llamáis consciencia. 

¿Y cómo puedes estar en mi cabeza y en la de todos? –Porque yo os creé. ¿Y cómo lo hiciste? – Cómo increado me creé a mi mismo cómo demiurgo, y como demiurgo cree el cosmos y todo lo que hay en él. Y me gustó tanto mi obra que quise vivir en él, por eso también me creé como hombre y mujer. Habité el mundo, ese que llamasteis Paraíso y al igual que los animales quise y tuve hijos, pero como sabía que su cuerpo envejecería también cree sus almas para que no perecieran por el tiempo y siempre pudiera estar con ellos, mis amados. 

¿Por qué se perdió el paraíso y su armonía? -Porque todos los hombres lleváis mi semilla, la del demiurgo y muchos me queréis imitar. Queréis ser dueños del destino y conseguir la inmortalidad como pretendían lograr los falsos alquimistas. La competencia, la rivalidad, ser más que el otro, conseguir la mujer más bella y el mejor fruto del árbol, en definitiva ambicionar ser como yo sin ser yo, puesto que solo conocéis  unos cuantos de todos mis nombres, ese fue el principio de la discordia.

Hikuptah

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