Se considera que los misterios menores, de los que los más conocidos son quizás los de Eleusis, estaban diseñados para cautivar al pueblo llano. A través de su simbolismo y su sensualidad se trasmitía el mensaje de la inmortalidad del alma y de una vida futura donde la virtud sería recompensada y el vicio recibiría su castigo.
Tiempo después, a los iniciados más preparados que se les había permitido penetrar en el secreto de los misterios mayores descubrían que todo en lo que habían creído anteriormente era falso, era una mera ilusión politeísta dónde los antiguos dioses eran simples mortales divinizados.
El nuevo misterio iniciático se manifestaba entonces como un proceso de desilusión donde se debía renunciar a las antiguas creencias para poder ver la Verdad y percibir que solamente existe un único Dios invisible y anónimo que es la causa última y el origen del Ser que lo originó todo por sí mismo y al que todas las cosas deben su existencia.
Esta división entre misterios menores y misterios mayores forma parte de lo que hoy en día se conoce por religiones dúplex, y que son una forma de proceder que ha pervivido desde la antigüedad más remota. En estas tradiciones existe un culto, enseñanza o doctrina muy distinta entre la que recibe el pueblo y los aprendices, y la que procesan los altos iniciados.
En los misterios mayores el iniciado aprendía que existe un sólo Dios y que los hombres eran los únicos responsables de su destino personal y colectivo puesto que no existía ninguna injerencia por parte del Creador.
Hikuptah
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